
IMAGEN I.A.
La batalla de Tentudía y los caballeros de Córdoba.
“Los personajes de nuestro linaje, no siempre estuvieron al mando del ejército, pero sí participaron en primera línea y a su costa en las batallas de la Reconquista.”
Las crónicas señalan al maestre santiaguista Pelay Pérez Correa como protagonista de esta batalla, pero hay indicios de que caballeros cordobeses —entre ellos los Muñoz y Téllez de Meneses (Temez), abuelos maternos y paternos respectivamente del futuro linaje Fernández de Córdoba— combatieron como mesnadas auxiliares en aquella victoria.
En tiempos de Fernando III el Santo, el fragor de la guerra ardía en las sierras de Extremadura. Hacia el año 1246, sin saberse el día exacto, el maestre convocó a los más esforzados. Desde Córdoba bajaron con pendones de oro y gules los hijos de Fernán Núñez de Aguilar, caballeros recios que ya habían probado su acero en el Guadalquivir.
Cuando el sol declinaba y la derrota parecía inminente, el maestre aguardaba con ansia la llegada de las mesnadas cordobesas. La luz del día se extinguía y con ella se apagaba la esperanza. Entonces, alzando su espada al cielo y exclamó:
“¡Santa María, detén tu día, que aún falta gloria por alcanzar!”
(Crónica de la Orden de Santiago, s. XIII)
El milagro ocurrió: el sol quedó inmóvil en lo alto, y en ese instante irrumpieron los caballeros de Córdoba. Con su empuje, la batalla cambió de signo: lanzas quebradas, aceros tronando, y los moros desbandados por las cañadas. Alcanzando una nueva victoria.
El historiador José María Domínguez Moreno lo resume así:
“Tentudía no es sólo memoria de un milagro, sino símbolo de la colaboración de linajes andaluces y extremeños con la Orden de Santiago en la frontera.”
(La Orden de Santiago en Extremadura, 1985).
Los cronistas dirán que la Virgen sostuvo el combate, pero también fueron los brazos de aquellos antepasados quienes aseguraron la victoria, poniendo el cimiento del linaje que, siglos después, llevaría el nombre de Fernández de Córdoba a la gloria.
En memoria de aquel día se levantó el Monasterio de Santa María de Tentudía, guardián de la sierra y de la fe. Allí quedó escrito que no sólo la Orden combatió, sino también los hijos de Córdoba, linaje de frontera y de honra.
Así nació el nombre de Tentudía: porque el día se detuvo para que el linaje y la cruz alcanzaran la victoria.
Adaptación: Francisco Fernández de Córdoba y Rivero


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